Juana Ross Edwards

Bautizada en la Parroquia del Sagrario en La Serena por Fray Francisco Bonilla Nieto, religioso dominico y el cura vicario de La Serena Jose Agustin de la Sierra Mercado el 30 de Junio de 1836 cuando tenia 5 años once meses dos dias

Se casaron el 6 de Abril de 1851 en la parroquia El Sagrario de los PP. Mercedarios de la Serena a los 20 años de edad.Nació en La Serena el año 1830.

Era hija del cónsul británico David Ross y de Isabel Edwards Ossandón, quien a su vez era hija de don Jorge Edwards Brown. Por tanto, Juana Ross era nieta de Jorge Edwards.

Contrajo matrimonio en La Serena el año 1851 con el banquero José Agustín Edwards Ossandón, tío suyo, constituyendo su hogar uno de los más respetables y acaudalados de su época.

Juana Ross poseía una bellísima estampa, una inmensa fortuna, una sólida formación religiosa y una extraordinaria generosidad.

Luego que se casara con su tío Agustín, se fue a residir a Valparaíso y su nombre pasó a ser conocido en ese puerto como un símbolo de la caridad y el desprendimiento. No hubo obra de bien común que no fuera auxiliada por ella, especialmente la fundación de hospicios, hospitales, conventos y asilos de ancianos.

Tuvo nueve hijos, todos fallecidos antes que ella: Raquel,Isabel,Juan, Adela, Juana, Arturo, Gustavo, Agustín y Ricardo.

Cuando en 1855 se fundó en Valparaíso la Sociedad de Beneficencia de Señoras, ocupó los cargos de secretaria y tesorera, hasta que su edad permitió que la eligieran presidenta.

Fundó dispensarios populares y el Asilo de Huérfanos de aquel puerto; la Hermandad de los Dolores y la Unión Social de Orden y Trabajo para hacer menos penosa la situación de mendigos y desvalidos. A muchas instituciones donó ella misma los terrenos o los edificios para que los ocupasen.

Al fallecer su esposo, en 1878, se consagró más aún al ejercicio de la caridad, dedicándose a fundar, construir o equipar hospitales, como el de La Serena, Antofagasta, Huasco, Freirina, Vicuña, Ovalle, Combarbalá, San Felipe, Buin, Los Andes, Quillota, Limache y Parral, generalmente donde estuvieron las faenas mineras que enriquecieron a su esposo, o las haciendas que ella mantuvo.

Por sus acciones filantrópicas fue una de las mujeres que marcaron el siglo XIX, pues hizo de la solidaridad la razón de su vida. Fue como una anticipación al Padre Hurtado.

Su defunción en Valparaíso, el 25 de junio de 1913, constituyó un verdadero duelo nacional.

Legó al Arzobispado de Santiago una suma cercana a los diez millones de pesos para auxiliar iglesias, escuelas y hospitales.